No, no hablo de ver qué tal te queda la camisa o el vestido. Hablo de desnudarse ante uno mismo y verse realmente. Hablo de ver la crudeza, las cicatrices, las sombras y luces, de aceptar que estamos hechos de un enjambre de momentos, vivencias y decisiones y que no podemos ser perfectos ni hay que pretenderlo.
Dicen que las personas sensibles y empáticas tenemos un gran regalo aunque nos parezca, a momentos, la más pesada de las condenas. Creo que ese regalo solo se hace real y efectivo, cuando somos capaces de aplicar esa empatía con nosotros mismos, con todas las versiones de nosotros que llevamos dentro.

En este gran espectáculo de variedades de la vida, en el que vamos cambiando de máscaras, nos cuidamos mucho de que no miren demasiado detrás de ellas y permitir que alguien lo llegue a hacer mínimamente es sin duda la mayor muestra de amor y sensibilidad que otorgamos a alguien.
Lo que nunca nadie nos dijo es que podemos ser un imán de críticas, golpes, de sociópatas que se alimentan de lo que emanas para dejarte en los huesos o lo que es peor, personas que te utilizan de espejo y cuando no les gusta lo que ven te intentan hacer trizas.
Incluso en estos tiempos extraños que nos toca vivir, he apostado por las personas sensibles, generosas y de verdad y he creído firmemente que al final siendo así siempre SE GANA.
No vivimos a medias, no tenemos ni una cuarta parte del miedo que creen que tenemos ni pasamos por la vida de puntillas. Solo golpeamos con la verdad incómoda a los que quieren vivir en un eterno postureo irreal donde la mierda es de otro, los problemas son para los demás y lo que me aburre lo tiro y cojo otra cosa nueva que me entretenga más.
Ya me jodería estar tan vacío…
Estoy escribiendo esto con la intensidad de la Chacona de Bach de fondo y no quiero ponerme DEMASIADO Drama Queen, pero aun con todo el precio que a momentos, uno puede pagar por ser así, tenemos la piel con 3 cm de grosor ante la basura, nos reímos de nosotros mismos a mandíbula batiente y nos resbala mucho más la ofensa y las proyecciones de lo que parece.
Hay que saber jugar en esta liga para tumbarnos y quien es un poco así, sabe de lo que hablo. Muchos artistas y personas que he conocido con enorme talento son así y saben que una cosa es lo que los demás ven y otra lo que llevamos dentro. Pero que debe existir un pacto en silencio que nos haga protegernos entre nosotros, cuando nos reconocemos, que suele ser algo que ocurre a menudo.